Haciendo honor a su filosofía, Isabel Zarpadiez atiende a las novias que deseen un vestido personalizado en su taller que está en pleno San Sebastián, España.
Como ya dijimos en una entrada anterior, la diseñadora se inspira en la misma novia para crear el vestido y así permitir que ella se sienta cómoda en su gran día. Es importante recalcar que este es un proceso largo, por ello debe iniciarse seis u ocho meses antes de la boda.
El proceso empieza con una entrevista en su taller, para conocer ciertos detalles que le facilitarán el trabajo a la diseñadora y le ayudarán a reflejar la personalidad de la novia. Se trabaja sobre uno de los diseños que existe en el catálogo, una tela específica o un tejido y se diseña el primer bosquejo.
Con el bosquejo listo, se confecciona una “muestra” (toile) para que la novia se lo pruebe cinco o cuatro meses antes del gran día. Esta prueba tiene como objetivo encontrar el patrón exacto del diseño y estudiar todos los detalles minuciosamente para poder avanzar. Una vez encontrado el patrón perfecto el siguiente paso es buscar con atención los complementos adecuados para el vestido.
Encontrar los complementos, igualmente, es una tarea que requiere tiempo y paciencia, por ello dos o tres meses antes de la celebración se debe iniciar esta tarea. Casi al mismo tiempo el vestido está prácticamente terminado y es necesario iniciar las pruebas de peinado, maquillaje y asegurarse que los complementos estén acorde.
Unos días antes de la boda la feliz novia acude a la prueba final y tras comprobar que el vestido se ajusta a lo que ella y la diseñadora quisieron, se hace la “plancha final” que viene a ser el vestido en sí.
Como podemos ver el proceso para diseñar un vestido personalizado no es tan sencillo pues hay que asegurarse que la tela escogida sea la adecuada para el diseño, que los complementos estén acorde y por supuesto que la novia se sienta cómoda con ello.